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Siglo XIX. Servidumbre. Vida social del servicio doméstico

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Mensaje por Gaia Miér Mayo 27, 2015 9:54 pm

VIDA SOCIAL DEL SERVICIO DOMESTICO.

Los sirvientes dormían en los áticos que eran fríos, oscuros y sutilmente pequeños. De todos modos, los hombres dormían en las alacenas para proteger la plata.

La norma era que el dormitorio de un criado tuviera pocos artículos aunque cómodos; lo que se traducía en una cama de madera, una silla, un aparador simple y un lavabo básico.

Al igual que los dormitorios, el resto de dependencias para uso del servicio eran simples y adornadas con lo esencial.

Uno de los problemas más comunes y más difíciles para los criados era la soledad y aislamiento que sentían. Para la mayoría, la vida social se restringía a uno o dos compañeros, o en ocasiones a algún criado de otra familia o los mozos que llevaban correo o paquetes a las casas y que solían ir una vez a la semana. A pesar de la frustración y la soledad, la mayoría de los criados estaban orgullosos de su trabajo.

No existía la costumbre de dar horas libres, sino que los criados pedían el permiso, que por supuesto, no era bien recibido por sus patrones.

La tarde libre generalmente era en domingo, comenzando después del almuerzo y solamente si todas sus tareas para esa mañana habían sido terminadas.

También recibían una semana de fiesta por año. La nostalgia y la soledad eran tan frecuentes entre criados que muchos ahorraban durante todo el año de largo para costearse un viaje a su pueblo natal durante esa semana.

En muchas casas había una regla terminante: Los criados no podían tener visitas, pero en la mayoría de los casos, cuando el señor o la señora no estaban en el hogar, estas visitas clandestinas tenían lugar.

De hecho, cuando nadie miraba, existía, especialmente en las casas más grandes, un placer especial conocido como “la alta vida”. Éste era el momento en el que los criados (especialmente el personal masculino) jugaban a las cartas, tenían peleas de almohadas, cuando había risas, música, tocando el violín, el piano… Bailaban y cantaban; algunos criados se emborrachaban, cuando algunos gastaban bromas y algunas ligaban con sus compañeros.

En sus días libres, saldrían a pasear, visitar a amigos y parientes, ir a los salones de té o la ciudad, a los teatros de variedades. Pero, el requisito siempre era que volvieran al servicio a las 9 o las 10 de de la tarde, cortando con frecuencia toda diversión.

No se permitían las relaciones amorosas entre empleados de la misma casa, bajo riesgo de despido de ambas partes.
Una gran mayoría de las criadas consiguió casarse, por supuesto, más o menos al cumplir los 25 años. Aunque esto las retiraba completamente de la vida laboral, por que al ser mujeres casadas se esperaba que vivieran para cuidar de su marido e hijos.
Gaia
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